#Viajes — Costa & Pampa, los vinos con aire marino

Desde su apertura al público en 2015, la bodega Costa & Pampa de Bodega Trapiche se consolidó en Chapadmalal como otro punto de interés en la costa atlántica. Con un camino muy directo desde Mar del Plata y a sólo 4 kilómetros de los hermosos acantilados que dan al océano Atlántico, se trata de una inevitable atracción para quienes disfrutan del cada vez más amplio mapa del vino argentino.

El proyecto nació en 2009, a partir de una charla informal entre Daniel Pi, enólogo jefe de Trapiche, y la familia Estrada, propietaria de la estancia Santa Isabel, donde se emplazó las vides y los cultivos en 10 hectáreas. Ya desde la entrada, el lugar tiene ese olorcito a nuevo, que se percibe en la prolijidad de las hileras de uvas a los costados del camino principal, el aspecto impecable del centro para visitantes y con la bodega en plenas reformas en un edificio construido en 1925.

Costa & Pampa está concebida todavía como una bodega en fase experimental, más allá de que las primeras cosechas en el mercado no tardaron en ganar prestigio, sobre todo el Riesling y el Pinot Noir. In situ en Chapadmalal, se palpa ese constante espíritu de investigación que marca al proyecto, desde las primeras cosechas frustradas de Malbec y Cabernet hasta las plantaciones de Albariño, Ancelotta, Pinot Meunier, Merlot y Pinot Gris en las que están depositadas las expectativas desde 2019 en adelante.

Daniel Pi se inspiró para este emprendimiento en los viñedos de Australia, Nueva Zelanda y Baja California, que se desarrollan en similares condiciones climáticas y geográficas. Pero por supuesto cada proyecto tiene su propia historia. Con Ezequiel Ortego ya como enólogo residente, se enfocaron primero en adaptar los viñedos al promedio de lluvias de 1100–1300 mm/año que tiene la zona. Como la vid necesita la mitad de esa cantidad, se plantaron a los costados especies aromáticas (romero, verdeo, tomillo) resistentes a todo tipo de condiciones, con la idea de que se absorbieron los excedentes de agua. Y no les quedó otra que adaptarse a un verdadero baldazo de agua fría.

Fue en 2015, cuando una súbita helada de noviembre quemó todos los viñedos. A partir de ese momento, se instalaron tachos con carbón de coque, como suele hacerse en algunas bodegas patagónicas, con el propósito de evitar el sufrimiento de las plantas por temperatura. Así como hay que mimarlas por abajo, también hay que cuidarlas por arriba, porque las mallas antigranizo se reciclan para ahuyentar a una plaga que azota los campos bonaerenses: las cotorras.

El portfolio de Costa & Pampa está compuesto hoy por Sauvignon Blanc, Riesling, Gewürztraminer, Pinot Noir, Chardonnay, Espumante Blanco y Espumante Rosado. El hilo conductor pasa por la frescura y la acidez que llegan impulsados por las primeras dos capas de suelo fértil y arcilloso, al que se suma el toque mineral de una tercera capa calcárea. A partir de la potencia de venta de la bodega Trapiche y el prestigio de Daniel Pi, el 50% de la producción (total de 45.000 litros) ya se exporta al exterior. Por supuesto, el proyecto va en grande. La meta es duplicar la venta en tres o cuatro años, para cuando salgan a la cancha los nuevos varietales y un producto que promete ser diferencial: un espumante fiel al estilo de la Champaña, con el toque del Pinot Meunier.

Si las playas llaman a ser visitadas una vez por año, Costa & Pampa llamará a seguir probando sus novedades.

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